Salud e higiene del aparato circulatorio

La salud del aparato circulatorio está estrechamente relacionada con los hábitos alimenticios y de
comportamiento en nuestra vida diaria.

La alimentación ha de estar basada en las dietas tradicionales elaboradas en casa a base de productos naturales en las que predominen los componentes vegetales sobre los animales, una alimentación rica en frutas y verduras, en cereales integrales, en legumbres y aceites ricos en grasas insaturadas que se encuentran en el pescado graso, el pollo, las nueces y en muchos tipos de aceite vegetal que no aumentan el nivel del colesterol, sino que, incluso, ejercen un efecto protector sobre el corazón y el sistema circulatorio.

El ejercicio físico hace que el corazón lata más deprisa y con más fuerza. De esta forma se hace cada vez más potente, trabaja con más facilidad y bombea más sangre en cada latido. Es muy importante realizar un ejercicio físico acorde con nuestra edad y forma física para que sea beneficioso para nuestro organismo. Los esfuerzos excesivos son tan nocivos como la vida sedentaria.

El stress. La sociedad actual, por su carácter competitivo, crea en sus ciudadanos un estado de tensión emocional o stress que repercute en la salud. Este estado emocional conlleva un aumento de la presión arterial, causa de enfermedades cardíacas. Una nueva actitud vital menos competitiva y la adopción de unos hábitos más relajantes ayudará a evitar el stress.

El hábito de fumar. Los fumadores  tienen mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardíacas como la arterioesclerosis. La arterioesclerosis coronaria es responsable de buena parte de la mortalidad de los fumadores.
Existe una relación entre el hábito de fumar y las enfermedades coronarias. Produce un aumento relativo del riesgo en personas menores de 50 años, convirtiéndose en el factor de riesgo más importante en hombres jóvenes y mujeres.

Prevención

Se debe comer diariamente una diferente gama de alimentos pertenecientes a las cinco grandes categoría alimentación sana: pan, cereales y otros productos a base de grano, fruta, verduras, carne, pollo, pescado, huevos y otras fuentes de proteínas vegetales, tales como las alubias, los guisantes, las nueces y las semillas y productos lácteos. Los carbohidratos cubren, aproximadamente, del 50 al 55% de las necesidades energéticas, las proteínas un 15 % y las grasas un 30%, Sin embargo, una gran parte de la población del mundo occidental consume demasiada grasa e ingiere una elevada proporción de carbohidratos en forma de azúcar refinado, el cual carece de vitaminas, minerales y de fibra.
Al reducir el consumo de grasas también se reduce el riesgo de sufrir una enfermedad cardíaca. Siempre que te sea posible intenta consumir grasas insaturadas en lugar de las saturadas. Estas últimas se encuentran en la carne roja, la leche, el queso, el aceite de coco y de palma, la mantequilla y también en los alimentos procesados, incrementando el nivel del colesterol en sangre, el cual, a su vez, aumenta la acumulación de grasa en las arterias. En cambio, las grasas insaturadas que se encuentran en el pescado graso, el pollo, las nueces y en muchos tipos de aceite vegetal no aumentan el nivel del colesterol, sino que, incluso, ejercen un efecto protector sobre el corazón y el sistema circulatorio.