Las romerías son una práctica festiva habitual. Se estima que desde tiempos prehistóricos existía esta costumbre relacionada siempre con el culto a diversas divinidades, y ha sido una constante a través de las sucesivas culturas asentadas en nuestro suelo, desde Tartessos a la cultura cristiana. Pero a pesar de que son fiestas muy relacionadas con el culto y la liturgia religiosa tienen un componente fundamental de festividad pagana, acentuada por el hecho de que la inmensa mayoría de las veces estas romerías tienen lugar en el campo y sitios alejados de los núcleos de población.

El término "romería" o su actor el "romero" tiene significado de peregrinación o peregrino y se deriva de la palabra Roma, por ser esta ciudad lugar obligado de peregrinación de todo buen cristiano.

En Andalucía, si no cada pueblo, cada comarca tiene su propia romería, con su identidad y sus características propias, algunas de ellas con una tradición y, sobre todo, con una motivación que se pierde en el tiempo. Es proverbial, por ejemplo, el arraigo que estas prácticas festivas y devotas tuvieron, según historiadores helénicos y latinos, en lo que hoy es el extremo occidental de Andalucía.

Las romerías tienen una estructura y un aspecto festivo muy parecido, se distribuyen, a lo largo de todo el año, por toda nuestra geografía, acogiéndose a la advocación de los más diversos santos y vírgenes. No obstante distinguir, por su aspecto festivo más que por su estructura, dos grandes líneas coincidentes con las dos zonas, oriental y occidental, de Andalucía. Existen otras muy específicas como son las que se celebran en relación con el mar y otras, de reciente creación, en las que es un grupo étnico el que las mantiene (es el caso de la romería de los gitanos de Cabra).