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JITANJÁFORAS

CONCEPTO DE JITANJÁFORA

El término jitanjáfora fue acuñado por el escritor mexicano Alfonso Reyes que lo tomó de unos versos del cubano Mariano Brull (1891-1956) que jugó a despojar las palabras de sus implicaciones conceptuales y afectivas hasta llegar a la inanidad sonora de la jitanjáfora.

Alfonso Reyes define las jitanjáforas como: «Creaciones que no se dirigen a la razón, sino más bien a la sensación y a la fantasía. Las palabras no buscan aquí un fin útil. Juegan solas».




El poema de Mariano Brull del que Alfonso Reyes tomó el término jitanjáfora se titula «Leyenda»:

LEYENDA

Mariano Brull

Filiflama alabe cundre
ala olalúnea alífera
alveolea jitanjáfora
liris salumba salífera.

Olivea oleo olorife
alalai cánfora sandra
milingítara girófora
ula ulalundre calandra.

Mariano Brull solía organizar en su casa tertulias literarias en las que sus hijas recitaban poemas ante los invitados. En cierta ocasión, para sorprender a su auditorio, Brull escribió «Leyenda» y sus hijas lo recitaron.
En el auditorio se encontraba Alfonso Reyes que, en un principio, escogiendo la palabra más sonora del poema, llamó «Jitanjáforas» a las niñas de Mariano Brull y, posteriormente, extendió el término a este tipo de sonoridad literaria.

PIRAGUAMONTE, PIRAGUA...

(Lope de Vega)

Piraguamonte, piragua,
piragua, jevizarizagua.
Bío, Bío,
mi tambo le tengo en el río.

Yo me era niña pequeña,
y enviáronme un domingo
a mariscar por la playa
del río del Bío Bío;
cestillo al brazo llevaba
de plata y oro tejido.

Bío, Bío,
que mi tambo le tengo en el río.
Piraguamonte, piragua
piragua, jevizarizagua.
Bío, Bío,
que mi tambo le tengo en el río.


El poeta cordobés Juan Morales Rojas (1918-1991) también supo jugar y divertirse con la sonoridad de las palabras:

PARTO DE PALABRAS (I)

Juan Morales Rojas

¿Y por qué yo, poeta,
no he de inventar palabras
como sacaraluna,
besiamor, hojiplata,
bellisol, clarirrío,
oriluz, fulginácar,
melibeja, luzbrina,
vinosía y sedánima?...
Yo soy un académico
que sílabas engarza
y partero que alumbra
oriluz de metáforas.
Con besiamor las huello
donde hallo mi sedánima
o abajo en clarirrío,
brisa azul y hojiplata
o me habo centinela
de mi sombrialargada
esperando a Cupido
y a melibejas áureas,
mientras sacaraluna
de puriamor se embriaga
entre un luciderazgo
de vinosías báquicas
que fulgibrinen ténues,
que centiguarden cáutas
homivital anhelo
que arriba eterniaguarda.
Puedo, pues soy poeta,
inventar mis palabras
que bellos oriluces
al pueblo le regalan.

PARTO DE PALABRAS (II)

Morales Rojas

Al alhiguí, cholita.
al maripún, castaña.
al rosicler que tiñe
de inquieto amor tu cama.
Al varipán, venusa;
al carraclan, acacia;
al mirabó, mi hembrita;
soy macho en el dios brama.
Al marifrú, la novia;
al labiobeso, gasa.

(En el jardín un surco
luz de sol enterrada...)
Al jeroglí, silencio;
al pinorol, la pausa;
al pinocampo un pardo
secreto en la palabra...

(No te asombres: tampoco,
amigo, entiendo nada;
pero me he divertido
con esta jitanjáfora)



JITANJÁFORAS DEL ALMA

Álvaro Morales

Sonsoniches mezclados
con merestines salían
por la albiguarda nudailal
de recalcitrantes violóvalos
plenos de pringuezorras
que esculpían soltiveques
en la noche de San Eruperancio.

Mañanas de fulgiversas
antinópatas y abelades
sin corolarias y celídacos
envueltos en filfateras
de noctanvulgos y bedollas 
cuando la buhadilaga soñajea
con la prifusa y el pinsajo.

Aún quedan filtires de cobálubas
en medio de soñoques, abanibies
que son los que albuminan y repusan
los caminos destruferos y jocables
que encuerdan con retimoles y soyuces
viendo como costíbulan los albares
en una vida de sorrentes y primavolas.

El viejo ya no apalubíla ni jameba
sus sienes son trúbulos de mialgas
y sus manos escuban los rorices
de cuando era chupíba y cenébolo.
Ahora su mente dédola y delcíba
entre estelúbalas y morencias
caerá por nésticos mistuarios.

ALTAZOR O VIAJE EN PARACAÍDAS

(Poema en VII Cantos)

Vicente Huidobro

(...)
Viene gondoleando la golondrina
al horitaña de la montazonte.
La violondrina y el goloncelo,
descolgada esta mañana de la lunala,
se acerca a todo galope.

Ya viene viene la golondrina,
ya viene viene la golonfina,
ya viene la golontrina,
ya viene la goloncima,
viene la golonchina,
viene la golonclima,
ya viene la golonrima,
ya viene la golonrisa,
la golonniña,
la golongira,
la golonlira,
la golonbrisa,
la golonchilla.

Ya viene la golondía
y la noche encoge sus uñas como el leopardo.
Ya viene la golontrina
que tiene un nido en cada uno de los dos calores
como yo lo tengo en los cuatro horizontes.

Viene la golonrisa
y las olas se levantan en la punta de los pies.
Viene la golonniña
y siente un vahído la cabeza de la montaña.
Viene la golongira
y el viento se hace parábola de sílfides en orgía,
se llenan de notas los hilos telefónicos,
se duerme el ocaso con la cabeza escondida
y el árbol con el pulso afiebrado.

Pero el cielo prefiere el rodoñol,
su niño querido el rorreñol,
su flor de alegría el romiñol,
su piel de lágrima el rofañol,
su garganta nocturna el rosolñol,
el rolañol,
el rosiñol
(...)

(Fragmento del Canto IV)

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