Ahora te toca a ti. Reducir.

ALQUIMISTAS DE LA PALABRA. CREACIÓN LITERARIA. NARRACIÓN 10. CUENTOS QUE SE ABREN Y SE CIERRAN

 

TEXTO PROPUESTO PARA REDUCIR

Una vez llegó un tiovivo a Cesenatico, a la orilla del mar. Tenía en total seis caballitos de madera y seis coches en­carnados, un poco despintados para el gusto de los niños más modernos. El hombrecillo que lo empujaba a fuerza de brazos era pequeño, delgado y moreno, y tenía cara como de comer un día sí y dos no . En suma, no era ciertamente un gran tio­vivo pero a los niños debía parecerles como hecho de choco­late, porque estaban siempre a su alrededor admirándolo y cogiendo rabietas para poderse montar en él.

- ¿Qué tendrá este tiovivo?: ¿miel?- se preguntaban las mamás. Y les proponían a sus niños-: Vamos a ver los del­fines del parque; vamos a sentamos en aquel café con los di­vanes que se balancean. Pero nada: los niños querían el tiovivo.

Una tarde, un anciano, después de haber montado a su nieto en un coche , se subió él también al tiovivo, montándose en un caballito de madera. Estaba incomodo, porque tenía las piernas demasiado lar­gas y los pies le llegaban al suelo, pero reía. Mas apenas el hombrecillo empezó a girar el tiovivo, ¡Oh que maravilla!: el anciano se encontró en un instante a la altura del rascacielos de Cesenatico, y su caballito galopaba por el aire dirigiéndose derecho hacia las nubes. Miró hacia abajo y vio toda la Ro­maña, y luego toda Italia, y luego toda la tierra que se alejaba bajo los cascos del caballito, y muy pronto no fue más que un pequeño tiovivo de color azul que giraba, mostrando uno tras otro los continentes y los océanos, como dibujados en un mapa. "¿Adónde iremos?", se preguntó el anciano. En aquel momento se le cruzó por delante su nietecito, al volante del viejo coche encarnado un poco despintado, transformado en un vehículo espacial. Y detrás de él, en fila, todos los demás niños, tranquilos y seguros en su órbita como otros tantos satélites artificiales.

Quién sabe dónde estaría ya el hombrecillo del tiovivo; pero todavía se oía el disco que tocaba un feo cha-cha-cha-: cada vuelta del tiovivo duraba un disco entero. -"Entonces, debe haber un truco -se dijo el anciano-. Aquel hombrecillo debe de ser brujo. y también pensó: "Si en el tiempo de un disco damos una vuelta completa a la tierra, batiremos el récord de los astro­nautas" .

Ahora la caravana espacial sobrevolaba el océano Pacífico, con todas sus islitas; Australia, con los canguros que pegaban saltos; el Polo Sur, donde había millones de pingüinos con la nariz al aire. Pero no hubo tiempo de contados: en su lugar estaban ya los indios de América, haciendo señales de humo, y luego los rascacielos de Nueva York, y después un solo ras­cacielos, que era el de Cesenatico. El disco había terminado. El anciano miró a su alrededor asombrado: estaba de nuevo en el viejo y tranquilo tiovivo a orillas del mar Adriático; el hombrecillo moreno y delgado lo estaba frenando dulcemen­te, sin sacudidas.

El anciano bajó tambaleándose. -Oiga usted- le dijo al hombrecillo. Pero este no tenia tiempo de hacerle caso, porque otros niños habían ocupado los caballos y los coches y el tiovivo vol­vía a partir para dar otra vuelta al mundo. -Dígame- repitió el anciano, un poco molesto. El hombrecillo ni le miró siquiera. Empujaba el tiovivo, mientras se veían pasar velozmente las caritas alegres de los niños que con la mirada buscaban a sus papás, que estaban de­tenidos en círculo alrededor del tiovivo, todos ellos con una sonrisa de ánimo en los labios.

¿Un brujo aquel hombrecillo de nada? ¿Un tiovivo mágico aquel cómico aparato tambaleante al son de un feo cha-cha-cha? -Vamos- concluyó el anciano-, es mejor que no se lo cuente a nadie. Quizá se reirían a mis espaldas y dirían: "¿No sabe que a su edad es peligroso montarse en un tiovivo, porque puede marearse?"

AYUDAS PARA REDUCIR.

Un método sencillo para resumir puede ser que reduzcas cada párrafo a una sola frase. Tendrás que eliminar toda la información que no sea esencial y simplemente quedarte con aquello que es imprescindible para que el otro escritor pueda de nuevo abrir el texto. Por ejemplo el primer párrafo se puede resumir en: "Un tiovivo viejo llega a una ciudad"


Escribe en un documento del procesador de texto y sigue teniendo abierto este archivo para poder consultar todos aquellos aspectos que necesites. Después envía la poesía descripción a los alquimistas. Te recordamos que la dirección es la siguiente: