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Pero, no solo la lengua trabaja.

 

 

¿Por qué será que al estar resfriados sentimos que los alimentos tienen menos sabor?

En esa situación sentimos que tenemos la nariz "tapada".

¿Esto afectará el sentido del gusto?

¡Sí!, veamos cómo.

 

Intenta oler los siguientes alimentos sin probarlos con la lengua.



¿Pudiste darte cuenta si eran salados, dulces o de algún otro sabor?

¿Supiste, sin mirar, qué era alguno de ellos?

¿Y cómo sucedió esto si los alimentos no pasaron por las papilas gustativas?

Lo que sucedió es que, mientras masticamos la comida, se liberan sustancias químicas que ascienden inmediatamente por la nariz.

Esas sustancias estimulan a los receptores sensoriales que están presentes dentro de la nariz.

¡Y estos receptores colaboran con las papilas gustativas llevando la información al cerebro para que sintamos el sabor de nuestra comida!

 

 

Así que cuando saborees un delicioso helado agradéceles a la lengua y a la nariz, si no fuera por ellas las cosas no tendrían GUSTO.