ECOSISTEMAS  NATURALES  DE  ANDALUCÍA
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Zonas áridas y semiáridas de Andalucía
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Zonas áridas y semiáridas de Andalucía

ZONA ÁRIDA Y SEMIÁRIDA
Este ecosistema natural es el que ocupa mayor extensión en Andalucía, suponiendo más del 21% del total. Esto se debe a que reúne gran cantidad de sub-ecosistemas, que tienen en común la escasez de agua y vegetación.

Este es el caso de la estepa, el llano, los yesos, el desierto, el matorral, las dunas y los arenales que suelen encontrarse en el piso termomediterráneo

La estepa y el llano abunda en la provincia de Granada (La Malahá-el Temple y la Hoya de Baza), el desierto en Almería, el matorral en Málaga, las dunas de Huelva y los arenales de Cádiz

El sudeste andaluz es el territorio más árido del continente europeo, en él encontramos zonas de muy escasa pluviosidad (inferior a 400mm) como la zona de Cabo de Gata (Almería) donde las condiciones climáticas de sequedad son semejantes a las que existen en extensos territorios de África del Norte ; también en la provincia de Almería, el Paraje Natural Desierto de Tabernas, en los términos municipales de Tabernas, Gádor, Santa Cruz, Alboloduy y Gérgal de de Almería, entre las Sierras de los Filabres y Alhamilla, que está considerado como la única zona desértica propiamente dicha de todo el continente europeo. A pesar de ello y de su aparente aspecto desértico, ambos espacios, encierran formas de vida animal y vegetal muy peculiares, que han logrado adaptarse a extremas condiciones de aridez.

En cuanto a la flora y vegetación, puede señalarse que presenta un elevado número de endemismos exclusivos de estas áreas y en el norte del continente africano.

Más abundantes en Andalucía son las zonas semiáridas, bien por la escasez de lluvias (con precipitaciones entre 400 y 600mm), o también por la degradación territorial debida a la intervención humana: un excesivo empleo del bosque para el carboneo, práctica habitual en el siglo XIX y bien entrado el XX, un pastoreo masificado y, en general, un desmedido uso de los recursos naturales han impedido en ocasiones la regeneración natural de la vegetación.